En tiempos pasados
al rocío de mis horas,
extrañamente de algún rincón
donde hay materia en mi cráneo
hubo una fijación de todos los tragos
amargos
dulces
agrios
intragables
etílicos
mortales…
Volcaban en mí la dosis de delirios profundos.
Con la ira carcomiéndose los huesos
y quemando roja la piel.
Caía del cristal a mi boca,
la ración que silenciaba el caos.
La carne desdibujada
era el metal que rompía en mí.
En el pecho, pequeños suicidios.
Extrañas desviaciones recorrían
de lado a lado mi vida
quebrando el cuerpo
abriéndolo como el sol abre la noche.
al rocío de mis horas,
extrañamente de algún rincón
donde hay materia en mi cráneo
hubo una fijación de todos los tragos
amargos
dulces
agrios
intragables
etílicos
mortales…
Volcaban en mí la dosis de delirios profundos.
Con la ira carcomiéndose los huesos
y quemando roja la piel.
Caía del cristal a mi boca,
la ración que silenciaba el caos.
La carne desdibujada
era el metal que rompía en mí.
En el pecho, pequeños suicidios.
Extrañas desviaciones recorrían
de lado a lado mi vida
quebrando el cuerpo
abriéndolo como el sol abre la noche.
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