lunes, 16 de noviembre de 2009
Rostros de verdad
Le di un trozo de papel
y le pedí solo la verdad.
Seis meses después
el trozo da comienzo a su vejez amarillenta
y el silencio a ecos suicidas.
La palabra se retuerce en el vientre del lenguaje,
encuentra su tumba,
en el útero de su voz.
Un grito mudo de muerte
hace su siembra,
y ni el papel
ni la mano
gestan lo cierto.
A veces le hago
preguntas
cualquier tipo de preguntas,
apoyo mi oído en su boca
jamás responde,
sólo recuerda
la tempestad de Agosto.
Tiene un cuaderno
en el colecciona rostros,
los dibuja,
no se parecen a nadie,
pero sabe
quien es quien.
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