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Sin piel
sin costras
desnuda en el infierno otoñal.
Madre de las heridas.
Delicada y dulce
tu mano abre costados
mancha la memoria de un rojo amargo,
dejando fluir sobre la carne
el llanto del cuerpo.
Hay una pregunta
en el contacto volátil de tu mirada y la mía,
¿Qué sabor siente tu lengua sobre el filo ensangrentado?