martes, 7 de diciembre de 2010

La mujer olvidada

Olvidada
descompone frases en muros oscuros.
Tiene esa voz de muñeca diabólica
y la sonrisa de una anciana siniestra.

Ayer me escribió una frase
para lavarse el alma
con su lengua saboreado el paladar
y así enterrarme las uñas en la espalda.


Delicada y tan atenta me peinó
mientras la miraba de reojo
como un caballo a punto de perder la sien.

Ahora llora mis viejas canciones
se recuesta a orillas de pantanos hormonales,
como la extranjera que fui.

domingo, 5 de diciembre de 2010

El veneno


Cierta locura se aproxima en la mirada
las manos la aplacan
apretando el tiempo en el sudor.

El cielo es un universo privado
en el que crecieron suplicas,
suplicas esparcidas con la mirada.

La locura
ella
amante despachada del suicidio
reza para que se apaguen las luces
al cerrar los ojos,
y entonces la humanidad se extinga,
pero sólo quedan unas palmas temblorosas
un rezo mal practicado
y un tintero vacío.

Cuando no haya luna
y el sol se vuelva un soldado caído
que se traga el mar,
quizás en la oscura espera
el humo penetre la piel
y se esparza entre las células,
en una bocanada silenciosa.

Quizás en tu lecho de moribundo
que te abraza hasta que la respiración
casi no se distingue,
ahí donde todo un cementerio
te rodea,
desde las plantas de tus pies frías
hasta donde la vista dice que existe el fin.

Quizás donde la tinta no puede penetrar
y resbala,
donde no se puede herir el papel.

Quizás puedas gritar entonces.

Grita!
“No he muerto
aún luego de beber el veneno
que había en mi cabeza”.