miércoles, 23 de septiembre de 2009

Conmigo...

Te llevaré conmigo
en la tempestad a mar abierto
en la proa de la derrota.
Sí, te llevaré hasta que la sangre se seque
y los huesos se vuelvan tierra fértil.
Te llevaré entre el fango
y caerás a mi pantano ahogándote
como un animal indefenso.
Te llevaré como a un muerto al cementerio
y llenarás el vacío de lo inerte.
Te llevaré en el peso de la piedra
que hay bajo mis pies
y serás la lápida.
Te llevaré
arrastraré toda humanidad
tu cuerpo frío
los parpados azules.
Te llevaré y el infierno arderá
al fin arderá lo que nunca fuimos
lo que nunca seremos…

miércoles, 16 de septiembre de 2009

En tu muerte


a Sandra Roxana Velasquez.

La quietud del día en su fin
lleva caída libre en los granos del tiempo.

Hay una sombra en las cosas inconclusas
en lo irreparable,
en las costras resecas del alma,
en el mar del naufragio
en esa tempestad de las postergaciones.
Al término de tu vida
la mía queda desecha,
lo que las manos construyeron
lo que el tiempo deshizo
y las que fui deconstruyendo
se aferran a lo que pudo ser y no fue.
En la siesta de las cosas
queda pegado el tiempo.
Ahora en tu muerte mi vida queda desnuda,
desamparada,
a la deriva en mi llanto
en el peso del dolor que encorva el cuerpo.
Es lo que no logra entendimiento
lo irreparable,
lo inconcluso en mi.

martes, 15 de septiembre de 2009

La carne del fruto


Y seré el fruto,
sí, fruto de lo irreparable.
Fruto envenenado con tu traición
con tu venganza
con tu impiedad.
Seré fruto bruto de tu tierra caótica,
volcán que llora su sangre
de herida profunda.
Seré ese fruto que muere con el pecho abierto
dejando caer su corazón al suelo.
Ese fruto seré en tu infierno.
Me comerán los gusanos en tu boca,
tu mordida infectara mi cuerpo y moriré,
fruto seco moriré
estéril e infinito.
Y volveré a la madre de todas las raíces…

viernes, 11 de septiembre de 2009

Cementerios


Pequeños espacios sin luz
en mi cerebro que no late,
esta sensación inerte
me inunda de dolor.
Los jardines de las ventanas
que mis ojos no alcanzan
florecen en silencio
y en silencio mueren.
El cementerio del olvido
planta otra cruz,
una nueva cruz con tu nombre
para al fin dejarte atrás.
Un poco más vacía que ayer
o finalmente estéril,
vas plantando una nueva cruz
en tu cementerio también,
con mi nombre…



martes, 8 de septiembre de 2009

Días enfermos


El ser está enfermo
doblado por el peso de los pensamientos
por las parálisis de lo insuficiente
y lo irreparable de la vida.

La hora



“Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!”
Pablo Neruda.

En cada punto que recorren las agujas,
era la hora
el momento establecido
el final de los tiempos.
La hora infinita
la hora de la carne
el fin de ella.
Todo se queda inmóvil
el dolor nos recorre de pie a cabeza
volviéndonos diminutos humanos,
mortales y finitos,
la hora golpea la puerta
abre todas las ventanas y nos despoja,
dejándonos perplejos
incomprendidos y devastados.
La razón no comulga
¿A donde acomodo este dolor ahora
y la mentira de que la vida es larga?
cuando la muerte es eterna.
¿Qué le digo a mi útero que envejece
y no deja herencia?
A mi caprichosa realidad de la mujer que no amo,
pero que en mi cerebro se aloja, indefinidamente…
¿Qué hago con los años que
no parecen haber pasado por mi rostro,
pero que en el alma pesan?
¿Como entiendo que ella
mi buena amiga apago sus luces?
obligada a abandonar sus tierras
para descansar en otras…
¿Qué hago, como remonto esta hora?

domingo, 6 de septiembre de 2009

Los años que te robe


Ay, Magdalena,
yo solía asesinarte mansamente
anidando en la desconfianza,
la locura se vestía de alivio a mis dolencias,
estaba tan enferma y adormecida.

Yo solía abandonarte cada día
cada oscura noche,
en búsqueda de culpables
o de certezas que te condenaran,
por amarte despiadadamente.

Ay, magdalena,
lejos de tus latidos -envenenados por la ausencia-
me encontraba,
refugiada en mis fantasmas y sus orgías.

Magdalena
que afortunadas,
lejos de esas tierras borrascosas,
lejos de las heridas mentales
del pozo negro al cual caían los sueños.

Hoy, Magdalena
vengo de pagarte mi deuda
atravieso el meridiano de mi hora
de polo a polo mi dolor,
con olor a muerte en el alma
con la boca pastosa
sangrando de frustración,
y el costado abierto
por el filo del cinismo.

Hoy, Magdalena
dejo saldado los años
que te robe…