martes, 8 de septiembre de 2009

La hora



“Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!”
Pablo Neruda.

En cada punto que recorren las agujas,
era la hora
el momento establecido
el final de los tiempos.
La hora infinita
la hora de la carne
el fin de ella.
Todo se queda inmóvil
el dolor nos recorre de pie a cabeza
volviéndonos diminutos humanos,
mortales y finitos,
la hora golpea la puerta
abre todas las ventanas y nos despoja,
dejándonos perplejos
incomprendidos y devastados.
La razón no comulga
¿A donde acomodo este dolor ahora
y la mentira de que la vida es larga?
cuando la muerte es eterna.
¿Qué le digo a mi útero que envejece
y no deja herencia?
A mi caprichosa realidad de la mujer que no amo,
pero que en mi cerebro se aloja, indefinidamente…
¿Qué hago con los años que
no parecen haber pasado por mi rostro,
pero que en el alma pesan?
¿Como entiendo que ella
mi buena amiga apago sus luces?
obligada a abandonar sus tierras
para descansar en otras…
¿Qué hago, como remonto esta hora?

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