lunes, 10 de agosto de 2009

Sin llamarlo dolor


Como un agujero negro en mi pecho
se abre un adiós,
y las flores muertas en mi boca,
la despojan de todo sonido.

La muerte del cielo ennegrecido
llora la tarde silenciosa
todo se aquieta
y la hiel del desconsuelo
ahoga mi corazón mendigo.

Como la herida que llora la roca
hasta llegar al inmenso mar,
lloran las grietas de mi rostro
junto al temblor de gestos desnudos.

Y en lenta agonía
toda mi humanidad
duerme el vacío y la ausencia
en la noche infinita.

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